En
occidente aún sigue habiendo una idea errónea de lo que es yoga, en muchos
casos, debido aún a esa necesidad de “estar en forma” donde el cuerpo sigue
siendo el protagonista y la mente deja de ser vigilada para que, tarde o
temprano, vuelva a hacer de las suyas en nuestra vida.
Debemos
comprender que nuestro poder de enfoque, visualización y creación se manifiesta
gracias a nuestra alma desde la mente, sin olvidar que vivimos dentro de un
cuerpo que hay que cuidar y mantener en forma bajo el reinado de un alma libre que
lo guíe en todo momento.
Sí,
comprendo que ante las palabras que acabamos de leer podamos sentir la tentación
de cerrar el escrito y seguir con nuestros ritmos, sin darnos cuenta de que esto
no será más que una trama más de nuestra mente acelerada y llena de malestar,
la cual desea seguir su experiencia sin estar bajo el control de nada. Para ella es siempre más
fácil dejar las cosas al azar y echar la cumpa a los demás si “la cosa sale mal”,
pero, de una forma u otra, tendremos que asumir que aquí no hay ningún culpable
cuando nos referimos a personas que ya conocen el funcionamiento de la mente y
cuál es la forma de hacerla funcionar correctamente.
¿Es
que vamos a dejar que el miedo lidere nuestra vida para perder la oportunidad
de vivir cada instante con total libertad?
Sí,
cierto, vivimos en un planeta donde el sistema impuesto apuesta por mantener a
las personas distraídas, dentro de un ritmo lo suficientemente rápido como para
que pierdan el sentido de estar en el momento presente. Dentro de ese ritmo es
muy complicado tomar decisiones desde el corazón, ya que la que dirige en ese
momento es una mente impregnada de prisas, proyectos, miedo a perderlo todo,
concentrada en un futuro que no existe.
¿Cómo
puedo entonces frenar mi vida y recuperar esa calma que tanto ansío y necesito
vivir en mi vida?
Lo
primero que vamos a hacer es comprender que nada tiene tanta importancia como
estar aquí y ahora, en el momento presente, que este regalo de la vida no se va
a volver a repetir en las mismas condiciones, que todo lo que ocurre es único. Reconocer
que tú eres un ser especial, lleno de luz y de poder. Un ser inmenso que
participa de todo lo que tus ojos están viendo ahora mismo. Un ser libre que no
puede serlo bajo el control de una mente desenfocada y llena de prejuicios y
miedos.
Una
vez que hemos asumido esto, debemos admitir que estamos mal, que nos sentimos
mal, que estamos estresados, que el miedo y los pensamientos, junto con el
tiempo prestado para hacer cosas nos impiden respirar y sentirnos bien.
Si
tienes dudas sobre cómo te sientes, pregúntate si eres feliz ahora. Si la
respuesta es negativa, necesitas parar, frenar, romper con el itinerario que tu
mente te ha marcado para renacer al momento presente.
Si
tienes esa sensación de ahogo en el que parece que estamos viviendo un sueño sobre
el que no tenemos poder, es el momento de dejarlo todo apartado, de buscar un
lugar silencioso, de sentarte contigo mismo y de soltar aire y tomarlo con
calma. Ahí está el timón que te llevará a la felicidad, aunque tendrás un
adversario infalible, incansable, disciplinado y perseverante que es la mente y
su necesidad de miedo, de estrés, de desorden, de sufrimiento y de malestar.
La
única forma conocida para el ser humano hasta ahora de superar los obstáculos
de la mente es poniendo en práctica el estado de yoga, el estado de presencia,
el estado de meditación consciente, el estado de amor puro en el que nada tiene más importancia que estar aquí y ahora
y en el que el miedo a la perdida, al dolor, a la muerte, al envejecimiento o
lo que la mente quiera crear, ya no tiene poder sobre nosotros.
Y
dicho estado se puede alcanzar poniendo en práctica algo esencial, la respiración
consciente, la observación y el uso de nuestro poder como almas creadoras de
todo lo que hay.
¿Recuerdas
aquella frase mítica “Déjalo todo y sígueme”? Posiblemente sea la más
descriptiva con respecto a lo que acabo de decir.
El
poder reside en ti, tu alma está esperando y tu mente sigue siendo el obstáculo
hacia la libertad que ya te ha sido asignada por ser la energía creadora de
todo lo que es invisible a los ojos.