Este
planeta llamado “La Tierra” sufre una lenta agonía gracias al ser vivo más
inteligente que lo puebla, el ser humano, aunque a pesar de obtener el título
que le acabo de otorgar no parece que esté teniendo mucho éxito en el más
importante de sus retos, seguir evolucionando sin acabar antes con el medio que
lo sustenta.
Una
vez Gandhi, le dijo a una mujer que fue a verle con la petición de que le dijera
a su hijo que dejase de tomar azúcar, que volvieran en dos semanas, tras las
cuales, la mujer, una vez que Gandhi le hizo llegar el mensaje que ella le
había pedido a su hijo, le preguntó a que se debía que hubiese tenido que
postergar dos semanas su cometido, a lo que el respondió: “He necesitado esas
dos semanas para dejar de tomar azúcar, pues, ¿de qué otro modo podría haberle
pedido esto a su hijo?”
Esta
pequeña historia la he dejado caer para solicitar a algún ser humano que
levante la mano si él cree ser el ejemplo que este planeta necesita para ser
salvado de su muerte. Lo que me hace comprender que el destino de este hermoso
planeta está en manos de todos nosotros y, por lo que veo, parece ser
complicado encontrar otro que no sea la extinción de una especie que ha llegado
a su límite de crecimiento.
De
acuerdo, muchos de vosotros al leer esto tacharéis al propietario del mismo de
derrotista y quizá sea el momento de ser prácticos y de encontrar las
respuestas a las preguntas que todos deberíamos hacernos en algún momento de
nuestra vida para, de alguna forma, ir creando senderos de luz que nos inviten
a elevar la fe y confianza en un nuevo mundo donde el ser humano siga siendo
invitado a residir la belleza de todo lo que le rodea.
¿Realmente
sientes en algún momento que todos los que te rodean son tus hermanos?
¿Sientes
que todos los seres humanos de este planeta podemos vivir como tú deseas
hacerlo?
¿Crees
que este planeta tiene recursos limitados y que estos se pueden ajustar a algún
estilo de vida sostenible?
¿Sientes
pena al saber que hay millones de personas que no tienen la posibilidad de
cubrir sus necesidades y has pensando en alguna idea que se pueda implantar
para crear un sistema en el que todos los seres vivos puedan disfrutar del
mágico regalo de la vida?
Vivimos
en una época en la que la crítica sigue siendo el modo más rápido de plantear
la situación, aunque, esto no va a llevarnos a ningún sitio distinto del que ya
estamos. En el mundo han nacido movimientos revolucionarios en pos de favorecer
el bienestar de todos, cayendo una y otra vez en la utilización de las mismas
herramientas que el sistema que juzgamos utiliza actualmente para sobrevivir.
¿Y
si el problema estuviese en nuestra naturaleza interior y la forma de combatirla
fuera teniendo siempre en cuenta al otro, a ese que tenemos en frente, basando
cada acto en compartir con los demás la mágica oportunidad de vivir respetando
todo lo que nos rodea?
Quizá
sea el momento de hacer cambios en nosotros, en nuestra forma de proceder a
pesar del miedo que da ser “distinto, raro o especial”. Quizá sea el momento de
dar pasos a pesar de ese gran miedo que nos tiene aferrados a la persona que
creemos ser, a lo que creemos necesitar y a lo que sentimos que debe seguir
siendo, para dar paso a un nuevo mundo en el que todos tengamos la posibilidad
de cubrir nuestras verdaderas necesidades.
Un
mundo en el que nos sinceremos, nos aclaremos y digamos la verdad completa
sobre lo que hay en nuestro interior. Un mundo donde el alma se materialice y
escape al control de la mentalidad que ahora gobierna nuestros corazones.
Un
mundo donde reír, amar y jugar sean lo normal. Donde compartir, escuchar y tener
en cuanta al otro no sean un motivo de ovación, sino, la nota preponderante. Un
mundo donde el dolor y la alegría nos inviten a todos a frenar para escuchar la
voz del corazón y así guiar nuestros
pasos.
Es
momento de propuestas sólidas, de ideas que ya estén siendo ejemplo en personas
cercanas, de formas de vida que apoyen una nueva era en la que el ser humano
deje un recuerdo que no sea de muerte y desolación, de especulación y sufrimiento,
sino de conciencia, de generosidad y de sabiduría.
Propongo
que cada uno de nosotros sea el constructor de dicho proyecto, sin necesidad de
financiación externa, apoyando cada paso en la presencia, el autocontrol y el
uso de poder que nos es concedido cuando nacemos.
Para
que el cambio tenga lugar nuestra iniciativa y confianza deben ser mayores que
el miedo que heredamos. De esta forma, segundo a segundo, minuto a minuto, irá
naciendo un nuevo mundo de la mano de cada alma que se sume en libertad a la
dimensión física en la que ahora nos encontramos.
¡Ánimo,
hermano!