Nuestro
potencial como seres energéticos está siendo capado por el rápido, distraído y
desenfocado ritmo de vida. Cuanto más rápido es nuestra forma de movernos, más difícil
es percibir la vida en su dulce frecuencia, aquella que surge cuando la mente
está en calma. Pero, ¿cómo va a estar en calma una mente que es proyectada por
la tensión, el miedo y cientos de creencias que la invitan a seguir “luchando”
para “salir adelante”?
Podemos
comenzar a comprender el lugar donde nos encontramos cuando somos conscientes
del mismo y la primera pregunta que debes contestar para saber dónde estás
ahora y qué puedes hacer es ¿Estás disfrutando en este preciso momento
de calma interior? Si la respuesta es negativa, habrá que parar y
recuperar el equilibrio a través del cual podemos sentir la dicha de vivir, de
respirar, de estar aquí y ahora.
La
mente va a encontrar muchas razones para rechazar la necesidad de estar en
calma, precisamente por que ella vive del estrés, de las creencias subjetivas
egocéntricas, del miedo, de la enfermedad y de la necesidad de luchar. Cuando
alcanzamos ciertos niveles de velocidad de vida, es complicado frenar. Cuanto más
rápido nos movemos, más complicado es llegar a un ritmo en el que podamos estar
bien.
Supongamos
que eres una de esas personas que está embutida en un ritmo de vida que le
impide estar bien, sentir paz y armonía interior, ¿quieres seguir en ese estado o,
por el contrario, deseas paz interior? Tu mente, por defecto, evitará
plantearse contestar a este tipo de cuestiones que invaden su libertad de
manejar tu cuerpo y el alma que está atrapado en él a su antojo. No podemos
culpar a los que están llevando ritmos de vida que les llevan a la desconexión
con el alma y la verdadera dicha de vivir, aquellos que están atrapados en un
juego mental similar a los personajes que vemos en los videojuegos, los cuales,
dependen de las manos que los manejan, por que es el sistema en el que vivimos.
Hermano,
tu eres un ser vivo dotado de un poder inmenso que no puede emerger desde la
mente, sino, gracias a apartar la mente y sus juegos. Tu alma puede expresarse
sólo cuando tu mente es apartada, superara y acallada. Hay cientos de prácticas
que nos ayudan a despertar, a ser conscientes de nuestro estado vital, a saber
que estamos viviendo en un juego mental y a hacer cambios en nuestra vida. El
yoga es uno de ellos.
Uno
de los beneficios de esta práctica es la capacidad de estar presente. Estar
presente es el mayor don divino en el que la paz interior puede emerger de
forma natural, sin que la mente pueda hacer nada por evitarlo, pues, en ese
estado, la mente suele permanecer en un segundo plano, sin poder, siendo un
observador más, sin identidad particular y con una gran sensación de conexión
con todo lo que la rodea. En el estado de presencia el alma se manifiesta
natural, libre y espontánea, sin miedo y con una gran luz para dejar su huella
en el mundo físico en el que habita.
¿Eres
consciente alguna vez de que, además de un cuerpo y una mente, tienes algo más
que en pequeñas ocasiones, trata de manifestarse?
Hermano
mío, sé que es complicado asumir que somos mucho más que un cuerpo y una mente.
Asumir que el cuerpo y la mente deben estar al servicio del alma y, más aún,
que el sistema en el que estamos viviendo en este planeta evita que esto suceda
por ser la mente y sus juegos, ambiciones, deseos y control, la que domina
ahora. Este planeta es un planeta donde impera la mente y su bajo nivel de amor
hacia todo lo que le rodea y nosotros, los que habitamos en ella, estamos
dentro de su juego.
¿Eres
consciente de esto?¿Qué podemos hacer al respecto?
En
ciertos momentos de la vida de este planeta ha surgido un ser humano, hombre o mujer, que nos
ha regalado unos años de manifestación de su alma. Nos han traído un pequeño
ejemplo de la posibilidad de poder hacer emerger el alma en La Tierra. Y
nosotros, aquí y ahora, ¿qué podemos hacer para que nuestra alma se manifieste
y libere al planeta de su prisión mental?
El
sendero está ahí delante. Despertar es una senda que comienza con un pequeño
paso, dentro del largo camino de hacer nacer el alma en vida. Al igual que nos
hemos hecho perfectos zánganos de este sistema, podemos liberarnos alimentando
nuestra presencia y apoyando nuestras vidas en ella en todo momento, pero, te
comprendo hermano, cuán difícil es hacer esto sin dejarse llevar por la
tentación de “llevar una vida normal” “de seguir tirando para delante” “de
creer que somos ya lo suficientemente buenos” “de pensar que nosotros ya
estamos haciendo todo lo que podemos” sin darnos cuenta de que todo esto son
proyecciones mentales que nos impiden desenmascarar verdaderamente el poder del
alma que somos.
¿Entonces,
tú que propones? Sé que estás
pensando este pregunta o que quizá quepa dentro de tus proyecciones, como una
forma de pedir al otro una solución y no puedo dártela hermano, pues, yo estoy
aquí, dentro del sistema como tú, y lo único que se me ocurre es seguir practicando
yoga para acercarme a la presencia que me permita ser consciente de donde
estoy. En diferentes momentos dejo salir cosas, como este escrito, que me
permiten enviar una botella de cristal con un mensaje al gran océano de almas
que puebla esta tierra por si alguien, no yo, con la suficiente cordura y visión
pueda alumbrarnos el camino. Aunque intuyo que estar presente ya sea un gran
paso hacia ese despertar.
Imaginemos
un mundo donde todos supiéramos y viviésemos apoyándonos en la verdad de ser
hermanos, de pensar en el otro al igual que en nosotros y en ser ejemplos de agradecimiento
por vivir, por ser una expresión de ese caprichoso creador que a veces deja
caer una pincelada para dar forma a una flor, una nube o un ser humano. Cuando
el amor y no el miedo, lideren nuestros actos, un nuevo mundo emergerá entre
nosotros. Cuando el amor y no el deseo, sea el que dicte cada uno de nuestros pensamientos,
palabras y actos, quizá, nazca el alma en la tierra.
¿Y
si todo lo que está sucediendo fuera una firme manifestación de amor tratando
de tomar forma?...