martes, 15 de octubre de 2013

La tierra, un planeta mental




Nuestro potencial como seres energéticos está siendo capado por el rápido, distraído y desenfocado ritmo de vida. Cuanto más rápido es nuestra forma de movernos, más difícil es percibir la vida en su dulce frecuencia, aquella que surge cuando la mente está en calma. Pero, ¿cómo va a estar en calma una mente que es proyectada por la tensión, el miedo y cientos de creencias que la invitan a seguir “luchando” para “salir adelante”?

Podemos comenzar a comprender el lugar donde nos encontramos cuando somos conscientes del mismo y la primera pregunta que debes contestar para saber dónde estás ahora y qué puedes hacer es ¿Estás disfrutando en este preciso momento de calma interior? Si la respuesta es negativa, habrá que parar y recuperar el equilibrio a través del cual podemos sentir la dicha de vivir, de respirar, de estar aquí y ahora.

La mente va a encontrar muchas razones para rechazar la necesidad de estar en calma, precisamente por que ella vive del estrés, de las creencias subjetivas egocéntricas, del miedo, de la enfermedad y de la necesidad de luchar. Cuando alcanzamos ciertos niveles de velocidad de vida, es complicado frenar. Cuanto más rápido nos movemos, más complicado es llegar a un ritmo en el que podamos estar bien.

Supongamos que eres una de esas personas que está embutida en un ritmo de vida que le impide estar bien, sentir paz y armonía interior, ¿quieres seguir en ese estado o, por el contrario, deseas paz interior? Tu mente, por defecto, evitará plantearse contestar a este tipo de cuestiones que invaden su libertad de manejar tu cuerpo y el alma que está atrapado en él a su antojo. No podemos culpar a los que están llevando ritmos de vida que les llevan a la desconexión con el alma y la verdadera dicha de vivir, aquellos que están atrapados en un juego mental similar a los personajes que vemos en los videojuegos, los cuales, dependen de las manos que los manejan, por que es el sistema en el que vivimos.

Hermano, tu eres un ser vivo dotado de un poder inmenso que no puede emerger desde la mente, sino, gracias a apartar la mente y sus juegos. Tu alma puede expresarse sólo cuando tu mente es apartada, superara y acallada. Hay cientos de prácticas que nos ayudan a despertar, a ser conscientes de nuestro estado vital, a saber que estamos viviendo en un juego mental y a hacer cambios en nuestra vida. El yoga es uno de ellos.

Uno de los beneficios de esta práctica es la capacidad de estar presente. Estar presente es el mayor don divino en el que la paz interior puede emerger de forma natural, sin que la mente pueda hacer nada por evitarlo, pues, en ese estado, la mente suele permanecer en un segundo plano, sin poder, siendo un observador más, sin identidad particular y con una gran sensación de conexión con todo lo que la rodea. En el estado de presencia el alma se manifiesta natural, libre y espontánea, sin miedo y con una gran luz para dejar su huella en el mundo físico en el que habita.

¿Eres consciente alguna vez de que, además de un cuerpo y una mente, tienes algo más que en pequeñas ocasiones, trata de manifestarse?

Hermano mío, sé que es complicado asumir que somos mucho más que un cuerpo y una mente. Asumir que el cuerpo y la mente deben estar al servicio del alma y, más aún, que el sistema en el que estamos viviendo en este planeta evita que esto suceda por ser la mente y sus juegos, ambiciones, deseos y control, la que domina ahora. Este planeta es un planeta donde impera la mente y su bajo nivel de amor hacia todo lo que le rodea y nosotros, los que habitamos en ella, estamos dentro de su juego.

¿Eres consciente de esto?¿Qué podemos hacer al respecto?

En ciertos momentos de la vida de este planeta  ha surgido un ser humano, hombre o mujer, que nos ha regalado unos años de manifestación de su alma. Nos han traído un pequeño ejemplo de la posibilidad de poder hacer emerger el alma en La Tierra. Y nosotros, aquí y ahora, ¿qué podemos hacer para que nuestra alma se manifieste y libere al planeta de su prisión mental?

El sendero está ahí delante. Despertar es una senda que comienza con un pequeño paso, dentro del largo camino de hacer nacer el alma en vida. Al igual que nos hemos hecho perfectos zánganos de este sistema, podemos liberarnos alimentando nuestra presencia y apoyando nuestras vidas en ella en todo momento, pero, te comprendo hermano, cuán difícil es hacer esto sin dejarse llevar por la tentación de “llevar una vida normal” “de seguir tirando para delante” “de creer que somos ya lo suficientemente buenos” “de pensar que nosotros ya estamos haciendo todo lo que podemos” sin darnos cuenta de que todo esto son proyecciones mentales que nos impiden desenmascarar verdaderamente el poder del alma que somos.

¿Entonces, tú que propones? Sé que estás pensando este pregunta o que quizá quepa dentro de tus proyecciones, como una forma de pedir al otro una solución y no puedo dártela hermano, pues, yo estoy aquí, dentro del sistema como tú, y lo único que se me ocurre es seguir practicando yoga para acercarme a la presencia que me permita ser consciente de donde estoy. En diferentes momentos dejo salir cosas, como este escrito, que me permiten enviar una botella de cristal con un mensaje al gran océano de almas que puebla esta tierra por si alguien, no yo, con la suficiente cordura y visión pueda alumbrarnos el camino. Aunque intuyo que estar presente ya sea un gran paso hacia ese despertar.  

Imaginemos un mundo donde todos supiéramos y viviésemos apoyándonos en la verdad de ser hermanos, de pensar en el otro al igual que en nosotros y en ser ejemplos de agradecimiento por vivir, por ser una expresión de ese caprichoso creador que a veces deja caer una pincelada para dar forma a una flor, una nube o un ser humano. Cuando el amor y no el miedo, lideren nuestros actos, un nuevo mundo emergerá entre nosotros. Cuando el amor y no el deseo, sea el que dicte cada uno de nuestros pensamientos, palabras y actos, quizá, nazca el alma en la tierra.  

¿Y si todo lo que está sucediendo fuera una firme manifestación de amor tratando de tomar forma?...






lunes, 14 de octubre de 2013

Del nacimiento del alma a un nuevo mundo




Este planeta llamado “La Tierra” sufre una lenta agonía gracias al ser vivo más inteligente que lo puebla, el ser humano, aunque a pesar de obtener el título que le acabo de otorgar no parece que esté teniendo mucho éxito en el más importante de sus retos, seguir evolucionando sin acabar antes con el medio que lo sustenta.

Una vez Gandhi, le dijo a una mujer que fue a verle con la petición de que le dijera a su hijo que dejase de tomar azúcar, que volvieran en dos semanas, tras las cuales, la mujer, una vez que Gandhi le hizo llegar el mensaje que ella le había pedido a su hijo, le preguntó a que se debía que hubiese tenido que postergar dos semanas su cometido, a lo que el respondió: “He necesitado esas dos semanas para dejar de tomar azúcar, pues, ¿de qué otro modo podría haberle pedido esto a su hijo?”

Esta pequeña historia la he dejado caer para solicitar a algún ser humano que levante la mano si él cree ser el ejemplo que este planeta necesita para ser salvado de su muerte. Lo que me hace comprender que el destino de este hermoso planeta está en manos de todos nosotros y, por lo que veo, parece ser complicado encontrar otro que no sea la extinción de una especie que ha llegado a su límite de crecimiento.

De acuerdo, muchos de vosotros al leer esto tacharéis al propietario del mismo de derrotista y quizá sea el momento de ser prácticos y de encontrar las respuestas a las preguntas que todos deberíamos hacernos en algún momento de nuestra vida para, de alguna forma, ir creando senderos de luz que nos inviten a elevar la fe y confianza en un nuevo mundo donde el ser humano siga siendo invitado a residir la belleza de todo lo que le rodea.

¿Realmente sientes en algún momento que todos los que te rodean son tus hermanos?

¿Sientes que todos los seres humanos de este planeta podemos vivir como tú deseas hacerlo?

¿Crees que este planeta tiene recursos limitados y que estos se pueden ajustar a algún estilo de vida sostenible?

¿Sientes pena al saber que hay millones de personas que no tienen la posibilidad de cubrir sus necesidades y has pensando en alguna idea que se pueda implantar para crear un sistema en el que todos los seres vivos puedan disfrutar del mágico regalo de la vida?

Vivimos en una época en la que la crítica sigue siendo el modo más rápido de plantear la situación, aunque, esto no va a llevarnos a ningún sitio distinto del que ya estamos. En el mundo han nacido movimientos revolucionarios en pos de favorecer el bienestar de todos, cayendo una y otra vez en la utilización de las mismas herramientas que el sistema que juzgamos utiliza actualmente para sobrevivir.

¿Y si el problema estuviese en nuestra naturaleza interior y la forma de combatirla fuera teniendo siempre en cuenta al otro, a ese que tenemos en frente, basando cada acto en compartir con los demás la mágica oportunidad de vivir respetando todo lo que nos rodea?

Quizá sea el momento de hacer cambios en nosotros, en nuestra forma de proceder a pesar del miedo que da ser “distinto, raro o especial”. Quizá sea el momento de dar pasos a pesar de ese gran miedo que nos tiene aferrados a la persona que creemos ser, a lo que creemos necesitar y a lo que sentimos que debe seguir siendo, para dar paso a un nuevo mundo en el que todos tengamos la posibilidad de cubrir nuestras verdaderas necesidades.  

Un mundo en el que nos sinceremos, nos aclaremos y digamos la verdad completa sobre lo que hay en nuestro interior. Un mundo donde el alma se materialice y escape al control de la mentalidad que ahora gobierna nuestros corazones.

Un mundo donde reír, amar y jugar sean lo normal. Donde compartir, escuchar y tener en cuanta al otro no sean un motivo de ovación, sino, la nota preponderante. Un mundo donde el dolor y la alegría nos inviten a todos a frenar para escuchar la voz del corazón y así  guiar nuestros pasos.

Es momento de propuestas sólidas, de ideas que ya estén siendo ejemplo en personas cercanas, de formas de vida que apoyen una nueva era en la que el ser humano deje un recuerdo que no sea de muerte y desolación, de especulación y sufrimiento, sino de conciencia, de generosidad y de sabiduría.

Propongo que cada uno de nosotros sea el constructor de dicho proyecto, sin necesidad de financiación externa, apoyando cada paso en la presencia, el autocontrol y el uso de poder que nos es concedido cuando nacemos.

Para que el cambio tenga lugar nuestra iniciativa y confianza deben ser mayores que el miedo que heredamos. De esta forma, segundo a segundo, minuto a minuto, irá naciendo un nuevo mundo de la mano de cada alma que se sume en libertad a la dimensión física en la que ahora nos encontramos.


¡Ánimo, hermano!