Todos hemos tenido alguna vez un brote de enfado que,
por las formas en las que se ha manifestado podemos englobarlo en uno de los
siete pecados capitales que llamaremos la ira.
Cuando la ira estalla es difícil no pensar, decir o
hacer algo que hiera a los que están cerca, por lo que, sería muy sabio saber
qué hacer ante esta emoción que puede causar tanto daño.
Lo primero que uno debe hacer ante un brote de ira,
sobre todo si ya los ha vivido antes y su mente y cuerpo caen en esta tentación,
es elevar la capacidad de observarse para identificar cuanto antes los primeros
efectos de esta emoción. De esta forma podremos atajarla cuanto antes para que
no termine controlando nuestra mente y nuestro cuerpo.
El segundo paso es, una vez que uno es consciente de
que llega, respirar con mucha profundidad y aplicar la siguiente frase en su
mente "todo sucede de la única forma que puede pasar" y
"nosotros somos creadores de nuestra realidad y experiencia vital". De esta forma entenderemos que debemos tomar la responsabilidad en lo
que está pasando como participantes directos y no sólo como meros espectadores consiguiendo así calmar la mente y sosegar nuestro estado emocional.
El tercer paso es ver la situación, persona o experiencia
concreta desde la siguiente perspectiva "todo lo que lleva a nuestra vida
es atraído por nosotros, consciente o inconscientemente, por lo que tendremos
que asumir dicha experiencia, vivirla y hacer el mejor papel que estemos
preparados para cumplir". Lo que
fortalecerá el segundo paso, ayudándonos a sosegarnos y aceptar lo que sucede
como un regalo de la vida, positivo y bueno y no como algo por lo que elijamos
enfadarnos y culpar a los demás.
Espero que estos tres pequeños recursos te ayuden a
moderar tus estados de enfado y a elevar tu calidad de vida.
Un abrazo.