1. Ganas de vivir.
No
tenía ganas de vivir cuando experimenté mi proceso de maniacodepresión, es más,
pensaba en el suicidio cada día, pues, nada tenía sentido. Tener ganas de vivir
para mi, ahora, es lo más normal del mundo, aunque sé que hay muchas personas
que, como yo hace años, están sumidas en la oscuridad del dominio de la mente y
sus engañosos juegos. Gracias a que yoga es lo primero que hago al levantarme,
tomo de la mano a la vida y conversamos amigablemente de las múltiples cosas
que suceden tanto dentro como fuera de mi. Estoy cargado de ganas de compartir
la vida y un enfoque positivo con todo aquel que me cruzo en la vida, tras haber
estado hospedado en la oscuridad muchos años habiendo comprendido cuál es su
naturaleza y el sufrimiento que genera. Ahora, vivir, tiene el más profundo
sentido, ser lo mejor que puedas ser cada día y mantener la luz encendida para
alumbrar tu camino y el de las personas que estén cerca de ti o pasen por tu
lado.
2. Actitud positiva.
Gracias
a la práctica de las posiciones de yoga, en las que he podido percibir la
capacidad de elegir cómo quiero mirar a la vida, suelo tomar, la gran mayoría
de las veces, una actitud positiva. Esto me permite disfrutar de los momentos
dulces y atravesar con solvencia los amargos, aunque, como explico en el
siguiente punto, cada vez estoy menos en la dualidad que el estilo de vida
humano sigue apoyando.
3. Abrir el tercer ojo.
Tenemos
la tendencia de mirar la vida desde el filtro del ego que todo lo juzga. Bueno,
malo, correcto, incorrecto, bien, mal, entre otros y como tu sabes, son las
habituales maneras que tiene el ego de cribar, evaluar y avanzar en la vida.
Pero hay otra manera de existir y es desde la visión neutral que se abre a ver
la vida y los acontecimientos sin la necesidad de juzgarlos o posicionarnos,
sino, recibiendo lo que ocurre como lo que es, un conjunto de experiencias en
la que tenemos la oportunidad de participar de muchas formas, pasiva o
activamente, de hacer nuestra aportación de una forma natural, dejando que sea
el corazón y su sabiduría y no la mente y sus dualidades el que lidere nuestros
pasos.
4. Abrazar con presencia.
Todos
sabemos que un abrazo tiene siempre algo de especial, aunque, solemos
guardarlos para momentos "especiales" olvidando que siempre son una
fuente de energía positiva, de acercamiento con el "otro" de apertura
hacia una forma amorosa de hacer las cosas y que cada día surge la oportunidad
de vivirlos. Gracias a la práctica de yoga he recogido el valor y la presencia
de abrazar siempre que tengo la oportunidad como forma de contacto con los
demás y me he dado cuenta de que todos los abrazos son satisfactorios, son
amorosos y son positivos. No cabe duda de que unir corazones es una forma muy
bella de reconocerte en el otro, de saber que todos somos uno.
5. Sonreír a menudo.
Un
gesto muscular que además de relajar tu rostro, te permite hacer emerger una
fuente de energía positiva inagotable que te ayuda a sentirte bien de forma instantánea.
¿Eres consciente de que sonreír puede ser un gesto voluntario que no tenga que
ver con lo que ocurre delante de tus ojos? Gracias a la práctica de yoga he
tenido la oportunidad de ser más consciente del poder de la sonrisa. Si tienes
miedo de sonreír por la creencia de poder molestar a alguien, piensa que a lo
mejor está ayudándole para que dicha persona pueda sentirte mejor. Desde que
hago yoga, sonrío mucho más a menudo, aportando así ráfagas de energía luminosa
por todo mi ser.
6. Jugar más.
Yo
también he recibido la creencia "hay que madurar y dejar de hacer el
niño" pero, esto no debe ir en contra de "seguir jugando con la vida
y todos los que nos rodean". Jugar es una de las formas más fáciles de
relajar el cuerpo y la mente pues, en el juego, siempre que dejemos al lado la
necesidad de ganar o competir, uno nace al momento presente sin ningún atisbo
de mente que pueda perturbar lo que realmente está pasando. En él, la risa, el
disfrute y la fraternidad suelen brotar con mucha facilidad. Ábrete a jugar más
a menudo todos los días.
7. Comprender.
Cuando
uno práctica la comprensión, nace una nueva forma de vivir. Comprender no tienen
nada que ver con justificar, sino, con saber que aunque hay muchas formas de
hacer las cosas, cada uno elige la que cree que está más acorde con su forma de
pensar. Nuestro programa mental es una herencia y, como tal, nos invita a hacer
las cosas desde la perspectiva que hemos heredado y aún mantenemos. Comprender
esto, es un primer paso para plantearse comenzar a creer de una forma distinta,
de una manera que te ayude a estar más en armonía con todo lo que te rodea.
Comprender es una forma de amar muy elevada que aunque no es fácil de poner en práctica, es de las
más eficaces que existen para contrarrestar el estilo de vida competitivo,
rápido y consumista en el que vivimos.
8. Buena forma física.
Sin
duda practicar yoga es una de las mejores formas de integrar los cuatro pilares
sobre los que se asienta el ejercicio físico: fuerza, elasticidad, resistencia
y equilibrio. Cada una de las posturas te ayuda a conseguir avanzar en cada uno
de estos aspectos. Y es que, ¿quién no quiere tener un poco más de esto? El
cuerpo puede mantenerse vivo y en forma para que, el tiempo que estemos en él,
nos proporcione una estancia agradable y lúcida. Comienza ya a planificar una
estrategia que te ayude a mejorar tu forma física, la cual, por contraste,
mejorará tu forma mental.
9. Escuchar tiene más poder que hablar.
Vivimos
en una sociedad donde lo importante parece ser tener algo que decir, agradar,
hacer reír y, de alguna forma, nos olvidamos del arte de escuchar y, por ende,
comprender al que habla. Escuchar va más allá de lo que hasta ahora yo había
aprendido. Cuando escuchas de verdad comienzas a recibir información que no
sólo tiene nada que ver con las palabras, sino, con la postura, el gesto, la
respiración y la energía del que transmite. Escuchar es una herramienta muy
poderosa para reconocer la enfermedad, el tipo de energía y la intención del
que te habla. Además de que te mantiene dueño de tus pensamientos y acciones,
para, aportar lo mejor al otro. Una vez que uno aprende a escuchar, le es más
fácil aportar lo mejor y dejar de ser apoyo para las víctimas, comenzando a ser
ayuda y luz para los que deseas mejorar su vida, que al final, es mucho más
satisfactorio.
10. Tus actos te delatarán.
Piensa
lo que quieras, habla sobre lo que te apetezca, pues, cuando comiences a
actuar, delatarás tu verdadera intención y, justo ese momento, se verá si eres
auténtico o un pequeño farsante de la vida. Hablamos de generosidad, de
alegría, de amor, de hacer bien las cosas y nos contradecimos cuando llega el
momento de ser ejemplo de lo que decimos. Poco a poco voy siendo más conciente
de mis tropiezos en este aspecto y de lo mucho que me queda por mejorar como
persona. ¡Ahora observo mucho mis actos como prueba de mis pasos en el sendero
de la vida!