Lo
que voy a contaros en este artículo es la forma en la que la práctica de yoga
me ayudó a encontrar el placer de vivir haciendo lo que me gusta.
Todos
sabemos que dedicarse a lo que uno realmente desea es todo un placer pero, son muy
pocos los que se atreven a dar el salto hacia ese imprevisible vacío donde todo
lo que uno parece ir a encontrar es doloroso y frustrante, sin olvidar la
escasa resistencia que tenemos al miedo de transitar nuevos senderos.
Lo
que quiero haceros saber es que cada vez que trato de hacer una posición nueva,
entro en conflicto con mi ego, el cual, me dice que es mejor hacer la que ya sé
y así aprovechar mejor el tiempo y dejar a un lado esa posición que parece
"no servir para nada" además de "hacerme perder el tiempo".
Y no es así, pues, cuando decido transitar una nueva y más complicada posición,
respetando la forma de ejecutarla desde los dictados del yoga, y consigo
comenzar a dominarla, la iniciativa y la fe de haber ido hacia ella me
trasmiten grandes dosis de satisfacción por haberme atrevido a probar algo que
en principio era complicado e incierto.
En
la vida pasa lo mismo. Queremos probar nuevos senderos pero, la mente y sus
juegos, nos llevan de nuevo al mismo camino que llevamos años transitando, en
el que nos sentimos seguros y cómodos y también, cosa que olvidamos a menudo,
insatisfechos e infelices.
Por
lo tanto, lo primero es tener iniciativa y lo segundo asumir que será
complicado, pues, tendremos tropiezos, pérdidas y una gran inversión en tiempo
y recursos.
Y
sin embargo, ¿no merece la pena invertir nuestra suerte de vida en alcanzar
aquello que realmente nos llena, nos hace sentir dichosos, nos permite
descubrir nuestro verdadero potencial interior? Más aún sabiendo que, hagas lo
que hagas, tendrás que invertir tiempo y recursos y, que sólo haciendo lo que
te gusta sentirás que has aprovechado tu tiempo de vida como merecía la pena,
independientemente del tiempo, esfuerzo y recursos que hayas tenido que
invertir.
Podemos
seguir estancados "viviendo" una vida insípida y sin emociones, o
podemos disfrutar de cada instante de nuestra vida haciendo en cada momento lo
que más queremos, lo cual, se traduce en una constante sensación de vida
corriendo por nuestra venas.
Si
quieres reconocer tu misión, camina y déjate guiar por tu corazón, pues el te
dirá lo que realmente deseas hacer, cueste lo que cueste, en pos de vivir cada
instante de tu vida aprovechando cada momento en hacer lo que realmente te
llena e invita a sentirte vivo constantemente. Asume que será difícil y
mantente en contacto con la primera razón por la que estás planteándote dicho
reto. Recuerda constantemente la razón por la que lo estás haciendo y siente
como, cada instante, estás en contacto con tu corazón y lo que realmente deseas
hacer.
Yo
hago yoga por que me da mucha satisfacción, presencia y valor para seguir
compartiendo la vida con los demás. Cuando práctico conecto con mi más profunda
esencia personal, con mi poder interno, a través del cual me es más fácil reconocer
la voz de mi corazón, el cual, me dicta mis pasos, la dirección y las dosis de
valentía suficientes como para comprender que el sendero no será fácil, pero,
en el que en cada tramo podré, realmente, disfrutar de la oportunidad de estar
aquí, vivo, de una forma sincera y llena de energía.
Un
abrazo para todos.