“__ Hola, quería saber si aquí hacéis yoga y qué es__ tras lo que el dependiente del centro contestaría__ Sí, estás en un centro de yoga en el que impartimos clases de yoga. El yoga es un arte milenario que tiene más de 5000 años de antigüedad y que ejerce profundos beneficios sobre el cuerpo y la mente”.
Este podría ser el guión de un
contacto entre alguien que se acerca al yoga y otra persona que le explica,
pero, ¿qué es lo que buscas tú en el arte del yoga?
¿A qué se debe que la gente se esté
acercando con más intensidad a esta práctica, desplazando a otras que están en un
rango más deportivo o simplemente físico? Es muy sencillo y es que, llega un
momento en la vida en el que uno necesita sentirse bien, volver a conectar con
esa profunda sensación de bienestar que ya sentimos siendo niños y que hemos
terminado de olvidar por diferentes razones mentales, por que no cabe duda de
que el problema está en la mente y también la solución.
Ya Buda, en sus tiempos y gracias
a su experiencia, dio en el clavo cuando dijo “El sufrimiento existe” y más aún
cuando dijo “Existe un sendero para dejar de sufrir”. No cabe duda de que todos
conocemos la primera parte de la historia de este gran hombre que aprendió de
los yoguis de la India y que descubrió que la dicha está totalmente
relacionada, por no decir que es consecuencia directa, de calmar la mente, de
dominarla, de estar presentes.
También hay que tener en
cuenta que no todas las personas que están enseñando yoga tienen el carácter y
la naturaleza necesaria para brindar la posibilidad a otros de vislumbrar el
sendero hacia el que apunta esta práctica. Como ya apuntó Sócrates en sus
tiempos, es importante que las materias que se enseñan sean una pasión para el
que las proyecta, no solo un trabajo.
Por mi experiencia personal, debo
decir que, al no haber tenido maestros a los que seguir y sí, por el contrario,
muchos problemas y sufrimiento personal que experimentar, entiendo que la
eficacia de este arte reside en aportar mucha atención a la respiración y al
cuerpo, creando una comunicación con la vida que parta de esos pilares que
Patanjali ya señaló (“Debemos tener en cuanta que los obstáculos que vamos a
encontrar hacia la dicha están en la mente”) y , sin dudar, aportar disciplina,
perseverancia y fe (la fe es la verdad de que “todo sucede como debe suceder”
además de que “no podría haber sucedido de otra forma”) a nuestra práctica personal.
Tú, eres una semilla de la
intención divina y la práctica de yoga te puede ayudar a conectar con la fuente
de la que procede todo. Ahora sólo queda comenzar a caminar (“los grandes
caminos se comienzan con un pequeño paso” dicho tibetano). Camina sin dudar,
sin objetivo, estando aquí y ahora y róbale al tiempo todos los momentos de
dicha y bienestar que seas capaz de soportar, volviendo a la presencia cuando
te distraigas. Crea tu hábito personal hasta que dicho hábito sea tu forma de
vivir.
Un abrazo de luz hermano mío. Te
hago llegar mi más profundo cariño.